¡Alto a la violencia contra las mujeres!
En los últimos años ha aumentado la visibilidad frente a los estereotipos de género que, según Pierre Bourdieu, están basados en un sistema de oposiciones homólogas que diferencian lo masculino y lo femenino. El problema es que se cree que esta división y diferenciación entre los sexos, que determinan ciertas formas de hacer, de comportarse y de habitar el mundo, se naturaliza; es decir, se pierde de vista que las expectativas sobre lo que es un hombre o una mujer son construcciones sociales y culturales y que, por lo tanto, se pueden modificar.
Cuando estas diferencias se piensan como inevitables, las acciones que se derivan de esta manera de mirar el mundo, se vuelven legítimas ante la sociedad. Así pasa con la discriminación de carácter sexista, que avala la dominación de un sujeto sobre otro, en este caso del hombre sobre la mujer, a través de instituciones y estructuras sociales que se encargan de reproducir los esquemas patriarcales, los cuales avalan pensamientos y comportamientos injustos y violentos.
En este sentido, las luchas feministas han sido claves para que esta creencia y naturalización de las diferencias se vaya desdibujando y se encamine la sociedad a una nueva concepción de los roles de género, de modo que se puedan disminuir las cifras de agresiones, pues la violencia contra las mujeres es una problemática que tiene un carácter histórico y global que aún está muy vigente y se presenta en escenarios tanto públicos como privados.
Ph. Claudia Cano
Violencia en el espacio público
Las agresiones que viven las mujeres en ambos espacios determina su relación con los demás y con los lugares que se habitan. Quizás lo más sorprendente es, de nuevo, la naturalización de estas situaciones ya que, por ejemplo, aunque muchos han dimensionado la gravedad del sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial que viven las mujeres dentro de sus hogares, muchas personas siguen considerando el acoso callejero como gestos de galantería y no como vulneración de derechos.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres en el país caminan con miedo y, dentro de su cotidianidad, deben cambiarse de acera cuando hay un grupo de hombres cerca, pensar en qué tipo de ropa usar para disminuir las probabilidades de acoso o tener presente qué hacer en caso de ser agredida porque es probable que al salir esto pase. El análisis de las violencias y amenazas hacia las mujeres en espacios públicos de la ciudad no ha sido tan amplio; no obstante, son muy comunes. Según la encuesta global hecha por Ipsos en 2019:
El 80% de las mujeres vivieron una situación de acoso en espacios públicos. Quizás lo más grave de esto es que solo el 25% de los encuestados que han sido testigos de dichas situaciones, intervinieron.
Según datos de la Comisión para la Equidad de la Mujer, en Colombia cada 30 minutos una mujer es víctima de violencia sexual; solo en 2021 se presentaron 64 casos y 76 por tentativas de asesinato a mujeres, como lo reportó la Defensoría del Pueblo; sin embargo, las agresiones en las calles no son tan visibles ni condenadas. Por eso, en esta publicación queremos hacer énfasis en la importancia de no ser indiferentes frente a los casos de acoso que se viven en el día a día y dejar algunas recomendaciones para poder aumentar la empatía frente a las mujeres que son agredidas en las calles.
Estas recomendaciones hacen parte de la estrategia “Contra el Acoso Callejero, Stand Up” lanzada por L’Oréal Paris en conjunto con la fundación Hollaback!. El objetivo es entender cómo las diversas violencias que viven las mujeres, también en el espacio público, afectan su confianza, comportamiento, autoestima y relaciones con otras personas y, por tanto, poder actuar para detener ese flagelo. Las consecuencias van más allá de la afectación individual, pues este hecho afecta la manera en la que se habita y se participa en lo público, como lo dice Juliana Toro Jiménez en Mujeres a la calle: configuraciones urbanas, violencia y roles de género, ya que:
"Significa una masculinización de los lugares comunes de la ciudad y poca presencia femenina, pero también se refiere a la ausencia de las mujeres en el ejercicio de lo público, que incluye la participación en la toma de decisiones y la asunción de cargos políticos".
Ph. Claudia Cano
Para Kate Millet “una cultura de piropos es propia de una cultura machista, ya que esta trata los cuerpos de las mujeres como propiedad pública, sobre la cual todo hombre tiene derecho de opinar” (Centro de Estudios de Opinión, Universidad de Antioquia)
Estrategias para actuar contra la violencia de género:
En caso de acoso callejero:
1. Distraer: hacerse pasar por un amigo (a), preguntar la hora, dónde encontrar un cajero o una dirección.
2. Delegar: buscar a alguien que esté en una posición de autoridad y pedirle intervención.
3. Documentar: grabar la situación de acoso para hacer posible la denuncia pública (contando con la autorización de la persona acosada)
4.Dirigirse al acosador: interpelarlo y pedirle que deje tranquila a la persona, sin escalar la situación de violencia (lo principal es garantizar la seguridad)
5. Dar asistencia: hacer sentir a la persona que no está sola, acercarse, ofrecerle ayuda y hacerle sentir que no es su culpa; el responsable es el acosador.
Acciones contundentes
Las anteriores estrategias son claves para actuar contra el acoso callejero en el corto plazo; sin embargo, para generar cambios más estructurales en cuando a la violencia de género es necesario pensar en otras acciones que parten de la información y la formación. De este modo, desde la propuesta "Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres" de las Naciones Unidas, se han identificado estos puntos claves para que toda la sociedad pueda actuar en pro de la promoción y defensa de los derechos de la mujer:
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