Por un sano escepticismo con la información
Uno de los aspectos claves para una participación ciudadana enfocada en la búsqueda de la justicia social, está basado en el acceso a dos derechos: la libertad de expresión y la posibilidad de acceder a información. Para el comunicólogo mexicano Jesús Galindo Cáceres, "la información parece ser, junto con la energía, el elemento central constructivo del mundo ante nosotros".
Por eso, desde los procesos formativos es cada vez más central la alfabetización mediática y digital, de modo que se pueda desarrollar un pensamiento crítico y una postura propia, que permita a las personas tomar decisiones y afrontar posturas más autónomas y más dirigidas al bien común que a unos intereses particulares.
¿Cómo hacerlo?
Un inicio clave en la alfabetización mediática incluye la comprensión de una serie de afirmaciones que permiten conocer cómo funcionan los medios, independientemente de los canales por los que circule la información, y que permiten cuestionarse no solo sobre el qué se dice, sino el cómo se dice:
1. Todos los medios son construcciones.
2. Los medios construyen la realidad.
3. Las audiencias negocian significados en su relación con los medios.
4. Todos los medios tienen implicaciones comerciales o económicas.
5. Todos los medios transmiten valores e ideología en sus mensajes.
6. Los medios de comunicación tienen implicaciones sociales y políticas.
7. Forma y contenido están relacionados en los medios de comunicación.
Esta comprensión es clave porque permite, además, hacer frente al bombardeo de mensajes e información a los que están expuestos hoy los sujetos. Es decir, si se argumenta que la información es fundamental para lograr una ciudadanía más involucrada en los asuntos públicos, y que pueda seguir garantizando la existencia de una sociedad democrática, no se puede hablar de seguir, compartir o creer en cualquier tipo de noticias, datos o contenidos, pues muchos de los que están presentes en la web, por ejemplo, han sido sometidos a manipulaciones para alcanzar o favorecer intereses muy específicos.
De este modo, la alfabetización mediática es importante para hacerse preguntas sobre la información que se recibe, de manera que se pueda conocer mejor el contexto en el que se vive desde los aspectos políticos, sociales, culturales y económicos para así identificar problemáticas sobre las cuales se puedan llevar a cabo acciones que incidan y generen cambios.
Además, estos conocimientos también permitirían argumentar de la mejor manera posible ideas, opiniones y posturas para así tener una aparición más pertinente en la esfera pública. También es clave dar cuenta de que la información será relevante siempre y cuando se ponga al servicio de la interacción y de la generación de vínculos mediante el diálogo, el discurso y la deliberación.
"El sistema escolar luce de espaldas a los cambios culturales que pasan por los procesos de comunicación e información; si no toma en cuenta esa realidad, difícilmente podrá formar ciudadanos". Jesús Martín Barbero.
Según Alejandro Ramos Chávez, investigador en Ciencias Políticas y Administración Pública, poder tener acceso a información confiable también garantiza que se abran posibilidades de empoderamiento social, que le hagan contrapeso a las formas de gobierno verticales, porque se aumentan las probabilidades de incidir en la toma de decisiones sobre lo público al tener ideas y argumentos claros para participar en los procesos de deliberación. Todo esto puede permitir, realmente, llegar a acuerdos entre los diferentes actores involucrados en un tema.
¿Cómo analizar la información?
Infodemia es el término que ha recibido la cantidad desmesurada de información que circula en la actualidad; sin embargo, el problema no es tanto que sea mucha como que sea engañosa o que responda a intereses específicos que busquen manipular a las personas. Por eso, desde la alfabetización mediática y digital, se deben promover algunas acciones para que cada sujeto pueda afrontar esa desinformación, convirtiéndose en un verificador de datos. Por lo que se recomienda seguir algunos pasos como:
1. Hacerse preguntas sobre los mensajes que circulan.
¿Quién está detrás de la información?, ¿cuál es la evidencia que la confirma?, ¿qué dicen otras fuentes sobre esa misma noticia?. Una de las principales razones para sospechar de los mensajes es que no provengan de una fuente identificable o que esta sea sospechosa.
2. No siempre una imagen vale más que mil palabras
Muchas fotografías que circulan pueden haber sido manipuladas o sacadas de contexto. Por eso, es clave utilizar la búsqueda de la imagen inversa. Para esto se recomienda: acceder a un buscador en internet, subir la imagen o pegar la URL en donde está en la barra de búsqueda y dar clic para ver de dónde proviene.
3. El contexto es clave
Mucha información que circula puede ser real pero haberse originado en momentos distintos, por eso, uno de los primeros pasos del fact checking es verificar las fechas. Cuando estas no aparecen de manera implícita, se puede buscar en Google la URL de la página que se quiere verificar y añadir el siguiente código &as_qdr=y15[1]. También se puede mirar en otras páginas y medios para ubicar, en el tiempo y en el espacio, el mensaje que se recibió.
4. Las redes no lo son todo
No siempre las redes sociales son la manera más confiable para informarse, es fundamental remitirse a medios de comunicación consolidados y legalmente constituidos que si bien no son perfectos, sí están sujetos a estándares de verificación que muchas veces no cumplen los contenidos generados por otros usuarios.
5. Buscar ayuda
Hay varias herramientas que puedan ayudar a verificar datos e incluso existen varias páginas que se dedican a dar cuenta de aquellas informaciones que son engañosas, que han sido infladas o que, definitivamente, son falsas. Alguna de ellas se pueden consultar en internet como We Verify, Tin Eye, Colombia Check o el Detector de Mentiras de La Silla Vacía.
Según una investigación del MIT, el 70 % de las noticias falsas tienen más probabilidades de ser compartidas pues como lo dice Hannah Arendt: “las mentiras resultan a menudo mucho más verosímiles, más atractivas para la razón que la realidad, porque quien miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia desea o espera oír”.
Comments