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Lo que se viene

Residencia artística de Marta Rosell



Desde mediados del mes de abril hasta mediados de junio del 2021, la española Marta Rosell Chust desarrolló su residencia en Fundación Casa Tres Patios, en asocio con la Sala de Arte Joven de España. Marta es artista y educadora graduada en Bellas Artes, estudiante del máster en Antropología y Etnográfica y del máster en Formación del Profesorado de Secundaria. Marta define su trabajo como una respuesta y proceso de investigación a las

condiciones de un lugar. A partir de las diferentes realidades de un contexto planteo pequeños gestos que ponen en diálogo las contradicciones, las situaciones entendidas como habituales y las identidades construidas del marco donde se inscriben. Dentro de sus anteriores trabajos realizados se encuentran Acercamiento al estudio de aves metálicas (2017), Mover las aguas (2018) y Piedra artificial (2019).


Desde el año 2019 nos encontrábamos intercambiando intereses para concretar el desarrollo de su proceso creativo; sin embargo, a raíz de las primeras restricciones por la pandemia del COVID-19, el viaje no se pudo realizar para principios del 2020, como se tenía esperado. Al ver que no se encontraba una fecha precisa para poder aterrizar en Medellín, llegamos al acuerdo de realizar la residencia de manera virtual, ya que la emergencia mundial seguía escalando y no se tenía una fecha clara de posibles reaperturas.



En medio de estos diálogos y ya con el reto de la virtualidad, decidimos hacer el acompañamiento en formato de coautoría. En este sentido, tanto Marta como una de nuestras investigadoras del Observatorio OCCULUS, realizarían conjuntamente la exploración a partir de un tema en común que se iría entretejiendo de manera interdisciplinar. Inicialmente, Marta llegó con una propuesta experiencial, encaminada a explorar la práctica artística como un “meterme donde no me llaman”. En palabras de la artista:


El hecho de estar aplicando a esta residencia a Medellín, queriendo movilizarme hasta esta ciudad y aprender de la experiencia de la residencia, me obliga a plantearme algunas preguntas en torno mi interés por ese contexto. Recuerdo en una clase de antropología donde, referenciándose al estudio de lo urbano, de golpe caí en que la forma de entender mi práctica artística estaba directamente relacionada con eso que el profesor llamaba “meterme donde no me llaman”. Todo, el rato y todo el tiempo. O todo el tiempo que me lo permito, y de allí ir tirando del hilo hasta que adquiere cierta coherencia.

A medida que fuimos realizando nuestros encuentros de trabajo conjunto, estos intereses fueron adquiriendo matices diversos, a los que fuimos cediendo con flexibilidad. En un principio, el encuentro entre una investigadora formada en ciencias sociales y una artista/educadora resultó un reto desde las formas de hacer: mientras una se encaminaba por la rigidez académica, otra abogaba por la plasticidad creativa. Así, el hilo se tensaba, se enredaba y se desenvolvía entre cada conversación, intercambio de bibliografía, contraste de experiencias, de anécdotas, de miradas y de maneras de entender lo que hacemos como investigación que busca producir conocimiento de diferentes formas. Además del contraste disciplinar, el contraste geográfico también hizo parte de esta experiencia:


Es absurdo pensar que durante una estadía y desde la condición de pasante, con la condición temporal que comporta, llegar a entender el contexto. Es absurdo incluso llegar a entender el marco en que se inscribe esa misma estadía. Como residente, la condición siempre es de excepcionalidad, conocer lo “natural” siempre es desde una posición de extrañeza.


En medio de nuestros encuentros, tuvo lugar la reflexión sobre la distancia. De este modo, uno de nuestros ejercicios fue hacer un recorrido virtual por Medellín, como forma distinta de que Marta se aproximara al contexto, aprovechando algunas herramientas tecnológicas. A través de esto, pudo conocer los alrededores del barrio Prado Centro, algunos puntos de memoria de la ciudad, espacios turísticos/culturales y problematizaciones históricas que tenemos como habitantes de la ciudad. En este mismo sentido, realizamos una inmersión subacuática virtual para pensar en lo que nos permite materialmente estar conectadas: nos sumergimos bajo los océanos y lanzamos hipótesis sobre las rutas que recorre la información cuando navega a través de la red. Por un momento, pensamos en todo el camino que emprenden los archivos que nos compartimos para permitirnos el diálogo; entonces el “¿me escuchas?” “¿estás ahí?” “mi conexión es lenta, disculpa”, pasaron a ser valorados como parte de nuestro lenguaje cotidiano para estar presentes en la distancia a la que nos trasladó la pandemia.


Después de esto, como uno de los resultados de esta residencia en coautoría, decidimos construir un ensayo audiovisual que visualmente emprende el viaje de un archivo desde España hasta Colombia y auditivamente replica parte de nuestras reflexiones sobre el arte y la etnografía mirándose conscientemente cuando no nos llaman… Acá un fragmento de este trabajo:



Pero en definitiva ¿Qué somos cuando investigamos de esta manera? Somos un instrumento que busca sonar en orquesta. El compás lo marca la vida social a la que pertenecemos. Somos instrumento que no busca armonía, ni uniformidad, ni sonar bonito. Somos instrumento que busca sonar como suena la vida: a gritos, a ladridos, a silencio, a bullicio, a muchedumbre, a calle. Somos instrumento mal tocado, desafinado, indescifrado. Somos instrumento que no busca sonar para complacer, sino para responder a la vida misma, que es nuestro principal insumo; punto de partida y de llegada que no se toca, que sigue en espiral hacia el infinito. 

¿Estás ahí? ¿Sigues ahí?
¡Ay! Otra vez intermitencias. Nuestra comunicación en interrogación. Digo nuestra, porque sé que estás ahí, que te va a llegar y lo vas a recibir en 
presente aunque nos separe el tiempo y las distancia. Una comunicación mediada, no solo por una conexión técnica, sino también por un interés común. Que a veces pienso que me entiendes, y a veces me siento tan sola. La extranjera.

¿Te llega? 

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