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Lo que se viene

¿Tiene que ver la educación con la desigualdad?


Aunque en muchos contextos se dice que la educación es la varita mágica para resolver los problemas sociales del mundo, hay que hacerse muchas preguntas al respecto porque, en el caso de Colombia, esta no ha contribuido decisivamente a enfrentar el problema.

Para investigadores de la Universidad de Rosario “el sistema escolar funciona – de manera simultánea – como un mecanismo de reproducción de las desigualdades, que permite legitimar la posición dominante de algunos grupos sociales sobre otros”.

Colombia ha venido progresando en cobertura educativa primaria y secundaria. En las tres últimas décadas su cobertura se elevó de 50 a 95% de la población; ahora, si se miran las cifras de los últimos años (2015- 2018) la cobertura neta en educación media pasó de 62% a 72%, y en superior de 34% a 52%. Las razones para esto son varias y, la mayoría, tienen que ver con políticas públicas y programas de gobierno que muestran voluntad política y un mayor gasto público frente a este tema. Por ejemplo, se ha implementado la prestación de servicios educativos por parte de entidades privadas cuando la oferta pública de educación básica-media es insuficiente; se ha reglamentado la gratuidad educativa para los estudiantes en los niveles de educación preescolar, básica y media; y, además, se han gestado los programas de acceso a educación superior “Ser Pilo Paga” (2014-2018) y “Generación E” (2019-2022).





Sin embargo, la calidad educativa aún deja mucho que desear. Las habilidades de lectura interpretativa y las asociadas a las matemáticas están entre las más bajas del mundo, esto se ve expresado, en las brechas cognitivas de los jóvenes, las cuales, son inmensas: 75 puntos por debajo del promedio de la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en lectura, 98 en matemáticas y 76 en ciencias. En el último reporte de las pruebas PISA se reporta que “el porcentaje de los jóvenes de 15 años con un nivel 1, 2 o 3 de lectura (de una total de 6 niveles) es el 89%”.


Ahora bien, estos vacíos en la educación son algunas de las razones por las cuales la desigualdad social en Colombia es una de los más altas en el mundo (ocupa el primer puesto entre los países de la Ocde); además de ser la segunda economía más desigual de América Latina y el Caribe, solamente superada por Brasil. Uno de los indicadores que da cuenta de esto son las cifras del empleo formal que, de acuerdo con el Banco Mundial, en Colombia este solo representa el 40%, una de las tasas más bajas de América Latina. Así, según este documento de 2021, el país se quedó con el primer puesto en términos de desigualdad.

Según la Ocde, lo que más da cuenta de la magnitud de la desigualdad es que en Colombia los ingresos del 10% de la población más rica es once veces mayor que la del 10% más pobre.

Por eso, uno de los aspectos más preocupantes y sobre los cuales hay que volver la atención, es que la brecha educativa entre la educación pública y privada tiende a profundizar las inequidades, pues en el país “ los estudiantes con ventajas socioeconómicas tienen un desempeño mayor en 86 puntos que los que no las tienen”, como dice el Reporte PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE) para 2021.




La desigualdad se refleja en muchos aspectos


A pesar de la alta penetración de las tecnologías de la Información y la Comunicación en el mundo de hoy, cabe destacar que estas todavía no se han adoptado de manera masiva en la educación formal. Sin embargo, no se trata solo del acceso a los aparatos sino de la falta de apropiación de los mismos, lo cual tiene que ver con la falta de calidad educativa, especialmente en los estratos socioeconómicos bajos ya que, entre el 80% y el 90% de la educación privada tiene acceso a computadores para hacer las tareas en Colombia mientras que la proporción para la educación pública está entre el 20% y el 30%.


Así, aunque "solo por tener la computadora, no se va a aprender bien matemáticas", sí es cierto que cada vez se requieren más habilidades básicas en lectura, escritura y navegación dentro de un entorno digital, para poder participar de manera plena en la vida económica, cultural y social. Por ejemplo, la capacidad de navegar por y entre páginas con información en múltiples formatos, filtrar lo que es relevante y lo que proviene de fuentes confiables, como lo señala el informe PISA (2015).


Lo anterior, es decir, las diferencias de la brecha digital, la educativa y otras relacionadas, resultan en la alta inequidad que tiende al aumento, pues estos instrumentos que han sido claves en el ascenso o movilidad social no están funcionando, debido a que se están dejando de lado aspectos claves para el mundo cambiante de hoy, entre ellos la estimulación de la curiosidad y el asombro que son el motor para el aprendizaje y para profundizar en la búsqueda de información; el pensamiento crítico, entendido como la capacidad de evaluar y analizar la gran cantidad de datos que nos llegan; y la creatividad como la posibilidad de crear soluciones eficaces, alternativas y flexibles para las problemáticas actuales y así lograr una mayor calidad de vida.


Pobreza y desempeño académico


Cuando la condición socioeconómica se muestra correlacionada con el desempeño de los estudiantes en tareas básicas de lectura, escritura y operaciones matemáticas, no se está hablando de diferencias cognitivas radicales, ni de problemas en la capacidad de un país de generar desarrollo económico y social para el futuro, sino de falta de oportunidades, de las deficiencias en los enfoques educativos de los niños y los jóvenes que, en el futuro cercano, conformarán la fuerza de trabajo de Colombia. Cuando son pequeños, el país no les ofrece un entorno que les permita desarrollarse, aunque cuando sean grandes ese mismo país les pedirá que lo saquen adelante, lo cual no es sostenible.


Una de las cifras más contundentes sobre las dificultades para el ascenso social en un país como Colombia es que a un ciudadano de este país que nació en un hogar de bajos ingresos, le tomaría once generaciones alcanzar el promedio de ingresos del país (para sacar esta conclusión los investigadores de la Ocde analizaron el ingreso de los hogares del 40% de la población con menos recursos económicos y del 10% más rico).


Este es el mayor indicador de todos los países de la Ocde, pues esto equivale a 330 años. Gabriela Ramos, directora general de esta organización, menciona que el problema es que ha habido un crecimiento excepcional de la riqueza, pero al mismo tiempo la mayoría de las personas están en trabajos informales donde no tienen cobertura médica, ni pensiones, ni, muchas veces, acceso a servicios básicos; además, el impacto redistributivo del sistema de impuestos y de la seguridad social no le llega a los más pobres.


En este punto, es importante mencionar que la situación en el caso de Colombia es más aguda, precisamente, por la falta de calidad educativa, lo cual ha sido un factor esencial para la movilidad social en el mundo. Además, la inequidad se refleja en los resultados de la formación, por ejemplo, si se trata de predecir el rendimiento en matemáticas y ciencias en todos los países participantes en PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), se ha encontrado que la condición socioeconómica es un fuerte factor que incide en esto.


De esto último se da cuenta también al revisar el desempeño de Colombia frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde debilidades principales del país en los esfuerzos realizados para cumplir las metas propuestas para 2030 son: la protección de los ecosistemas y la biodiversidad, el enfrentamiento de la inequidad de oportunidades para poblaciones vulnerables y para mujeres, y esfuerzos en temas de calidad educativa.


¿Qué se puede hacer?

Los cambios relacionados con la tecnología, las relaciones sociales, la fuerza de trabajo y el medio ambiente son parte de una tendencia que muestra que, inevitablemente, los niños, niñas y adolescentes, tendrán que resolver diversos problemas emergentes. Teniendo en cuenta este contexto, múltiples organizaciones internacionales como la Ocde, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec), la Universidad de Harvard, el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), entre otros, han identificado la creatividad, la curiosidad, las habilidades sociales y de liderazgo, y las de solución de problemas como habilidades del siglo XXI. Así, todos los niños, niñas y adolescentes necesitan desarrollar dichas habilidades para enfrentar los retos de un mundo que cambia rápidamente; adicionalmente es fundamental entender y empezar a implementar también las habilidades digitales, pues de no tenerlas se pueden empeorar las desigualdades en el bienestar.

La curiosidad es nuestro último superpoder. Es el combustible que impulsa el motor de todo el aprendizaje y el progreso humanos, desde los logros tecnológicamente más avanzados hasta las expresiones más imaginativas de la humanidad en las artes y la cultura (Michelle Kwan).


Si quieres conocer más sobre este tema, puedes ampliar la información en nuestro artículo Horizontes de transformación



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